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dimanche 2 décembre 2007

El Adversario Interior

El trabajo sobre el adversario interior es un proceso de sanación psicólogico y espiritual de los más interesantes.

El adversario interior debe su nombre a Carl Gustav Jung. Sin embargo, el hombre no tuvo que esperar el psicoanálisis para reconocer en él una parte oscura, incluso diabólica. Él que no se escucha atentamente a si mismo no podrá nunca tener conciencia de este intruso nefasto que suele actuar en contra de sus intereses: el adversario sabe ocultarse y conoce el arte de disfrazarse..

Para desarojarle, hay que dedicarse a una real investigación. Un diálogo ininterrumpido tiene lugar en cada uno de nosotros. Dos o tres voces discuten sin parar en nuestra cabeza. Al no tener la costumbre de escuchar su diálogo interno, no se puede captar sino un parloteo incomprehensible o pensamientos confusos. Insistiendo, uno acaba por interceptar de vez en cuando algunas frases que vienen evidentemente del adversario.

El adversario interno es sobresaliente en el arte de la critica. Se dirige a nosotros como no nos atreveríamos a dirigirnos a nadie. Nos dice maldades. Es él que nos susurra que somos gordos, feos, estúpidos, que hemos actuado como tontos. Es él que nos predice toda clase de molestias. Es él que nos asegura que vamos a quedar mal. Es él que sabotea nuestro placer criticando. Es él que nos impide evolucionar, relajar, dormir, ser feliz...

Es cruel. Tiene la costumbre de desanimarnos cuando más necesitamos tener confianza en nosotros. Además, más son importantes nuestros proyectos, más se desencadena. Sabe atacarnos desde nuestro despertar con su lengua viperina. No podemos escaparle. Estamos encerados con él veinticuatro horas diarias. Puede ser excesivamente violento hasta la agresion física, hasta el asesinato, el suicidio.

El adversario interior está muy instalado y muy adaptado. Viene de muy lejos: de nuestro inconsciente personal, familial, colectivo. Se ha nutrido de todas las reacciones que no hemos tenido, de todas las emociones que no hemos podido expresar o concientizar.
Cuando el parásito se siente descubierto y vigilado, ya se calma un poco, pero está tan agarrado que hay que actuar habilmente.

La parabola del jinete que debe vencer el dragón para obtener la princesa representa el hombre (o la mujer) que debe vencer su dragon interior para merecer la serenidad.
Como torear el bicho.

El trabajo de Gestalt en el cuál se toma la palabra identificándose a personas ausentes o a partes de si-mismo es un instrumento adecuado. Permite liberar y expresar su diálogo interno.
Se trata de escuchar los diversos aspectos de este adversario, de darle forma, de cuadrarlo, de distinguir y animar las voces amigas para que se impongan , de reforzar sus aliados internos, de prever los ataques, de preparar estrategias...

Luego, cuando el enemigo empieza a ser un poco domesticado, podemos tener acceso a sus verdaderas intenciones y, a este momento, se produce como una media vuelta. De golpe, uno se da cuenta que es posible aceptarle, comprenderle, darle perdón y amor.

Este trabajo conduce a la serenidad. Lo que puede compensar los miedos, es el amor, la aceptacíón.

Solo podemos sentirnos bien cuando nos queremos a nososotros mismos. Eso significa cuando queremos todas las parte de nosotros. No es fácil pero tenemos que conseguir querer el adversario en nosotros (la sombra, la neurosis, la maldad, el diablo, el enemigo, el dragón, el torcionario...)

Cuando uno lo consigue, se siente unificado. Puede ir por la vida mimando en su seno su amigo interior, su adversario interior, su niño interior y otras partes de él mismo.. Es como si tuviera varios hijos necesitando tratamientos diferentes pero que hay que amar tanto el uno como el otro.

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