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dimanche 2 décembre 2007

De la Psicoterapia

La psicoterapia es mi trabajo y mi pasión. Constantemente, mi atención está atraida por lo que, de cerca o de lejos, está relacionado con este tema.

Veo, en las calles, muchos anuncios para terapias, desarollo personal, prácticas espirituales. Escuelas, cada día más numerosas, forman terapeutas de todas diciplinas. Las revistas especializadas se multiplican. Las librerías desbordan de libros de psicología, auto-ayuda, espiritualidad. Hasta se encuentran estos libros en algunos supermercados. Los hay que han logrado ser “best-seller” mundiales. Se encuentran artículos sobre psicología en la mayoría de las revistas y diarios, hay emisoras sobre estos asuntos en radio y televisión. Se trata, evidentemente de un fenómeno de sociedad.

En paralelo, me doy cuenta de que la gente que no está metida en esto parece ignorar casi todo sobre el asunto. Los hay que confunden psicoterapia con fisioterapia. Algunas personas me preguntan si me dedico a hacer masajes y otras si se trata de una secta.

Quiero aprovechar la oportunidad que tengo aquí para aclarar algunas nociones. Empezaré por los tres “ PSI” que se distinguen del psicoterapeuta.

El psiquiatra es un médico especializado que trata la enfermedad mental. Hace un diagnóstico y receta medicamentos.

El psicólogo también está formado en la universidad. Se trata de una formación esencialmente teórica en una perspectiva de investigación, evaluación (balances, pruebas...) o acompañamiento de equipos.

El psicoanalista ayuda a la persona a descubrir su funcionamiento y a sacar a la luz los acontecimientos pasados responsables de trastornos.

El psicoterapeuta.

La facultad de medicina o de psicología no dispensa formación en psicoterapia. La psicoterapia es una diciplina distinta de la práctica de los profesionales arriba mencionados.

De momento, la formación de los psicoterapeutas se hace sobre todo en escuelas privadas. La Asociación Europea de Psicoterapia es uno de los organismos que garantizan la seriedad de esas escuelas. Para empezar una formación, es imprescindible haber alcanzado una maturidad personal(la edad media de los estudiantes es de 40 años), tener un nivel de estudios universitario o ser ya un profesional de la salud, y sobre todo haber hecho una larga psicoterapia personal.

La mayoría de los psicoterapeutas han llevado a cabo dos o más formaciones en distintos métodos de psicoterapia y están iniciados en una gran parte de las técnicas actuales. También llevan múchisimos años de psicoterapia personal.

¿Para quién?

La psicoterapia está dirigida a personas que sufren por vivir situaciones difíciles, como un duelo, una separación, conflictos, crisis..., a personas que se sienten deprimidas, desanimadas, estresadas, infelices..., a las que no saben que elegir o que sentido dar a su vida, a las que padecen dificultades de pareja, relacionales, sexuales, a las que tienen una auto-estima baja o que se dan cuenta de que algo les impide desarollar sus capacidades...

Hay que saber que hoy en día, no tenemos porqué resignarse a sufrir en silencio o buscar alivios momentáneos.

¿De qué manera?

Nosotros, psicoterapeutas, hemos aprendido a escuchar y a comprender más allá de las palabras pronunciadas, de manera a ir a la raíz del problema. Saber escuchar bién es una de nuestras cualidades. Los acontecimientos dolorosos de la existencia son “normales”: Esta tierra no es Disneylandia. Tus trastornos se deben a que, por mil razones, no pudiste expresar tus emociones y que, por otras mil razones, no te fué posible sentirte comprendido.

Las psicoterapias personales a las que se someten los psicoterapeutas es lo que más les sirve para ayudarte. El conocernos bién te garantiza que seremos capaces de hacer la diferencia entre lo que nosotros haríamos en tu situación y lo que tú, podrías hacer. Hemos aprendido por nuestra experiencia que cada persona lleva en sí mismo sus propias respuestas y te podemos ayudar a encontrarlas, integrando tus valores.

Hemos experimentado en nuestro cuerpo los momentos en los cuales interviene el cambio. Los hemos vivido en conciencia y dándoles sentido. Conocemos estos sorprendentes claros, a veces fulminantes, que intervienen al salir de un período de depresión. Conocemos esta salida de la rabia por una distanciación inmediata o por un arrebato de sentimientos de amor. Conocemos estos momentos en los cuales un mar de lágrimas viene limpiar el rencor e instalar la aceptación.

Hay que haber vivido esto en su corazón y en su alma para poder percibir las primicias en el otro y saber qué decir y hacer para estimular el desarrollo del proceso. Somos estimuladores y acompañadores del cambio.

Una apertura humanista y espiritual.

Resulta claro para nosotros que no tratamos enfermedades de la mente o de los nervios pero enfermedades del alma y del corazón.

La tendencia de la psicoterapia actual parece dirigirse hacia una psicoterapia espiritual. El interés por las filosofías orientales, que tienen un objetivo espiritual, refuerza esta tendencia.
Comprenderse a si mismo conduce a aceptarse y a amarse. Cuando uno abre su corazón, se abre también a los otros y a la vida.

En una psicoterapia, siempre viene planteada la cuestión del sentido que uno quiere dar a su vida. Mi experiencia me ha enseñado que, la mayoría de las veces, la respuesta se encuentra en dos direcciones. La primera es ser capaz de aprovechar su vida, siendo feliz. Aunque este objetivo pueda parecer egoísta, conduce a darse cuenta profundamente de la fantástica oportunidad que representa la vida y a admirar sus manifestaciones. La segunda dirección es tener un ideal que pueda dar un sentimiento de plenitud. Ese ideal debe dirigirse hacia los otros y evidentemente, se trata de una actitud de generosidad y de apertura del corazón.

Al trabajar sobre nuestras emociones, nos damos cuenta de que no somos nuestras emociones. La rabia, la tristeza, el miedo nos invaden, pero no somos rabia, tristeza, miedo. Más allá de las emociones existe, en el fondo de nosotros, un ser de paz y luz, un ser que es uno con la naturaleza, el mundo, el cosmos...

Al ver la abundancia de actividades relacionadas con la psicología y la espiritualidad, se podría pensar que la espiritualidad se ha juntado con la marea de los bienes de consumo. No es del todo falso. Pero por otra parte, la espiritualidad compensa el consumismo. La publicidad nos propone cada vez más bienes materiales y despierta en nosotros deseos cuya satisfacción despierta otros deseos, dejándonos cada vez más insatisfechos y frustrados.

Qué milagro que esta sociedad materialista re-descubra lo que había olvidado : que para nuestra felicidad, nuestro mejor capital son nuestros valores espirituales!...

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